lunes, 16 de enero de 2017

Más allá del teísmo y más allá de la mente...Enrique Martínez Lozano. Teólogo y Psicoterapeuta.



 
Desde hace unos años, son cada vez más las voces, desde dentro del campo cristiano (también católico), que ponen en cuestión la lectura literal de las creencias, propugnando incluso un cristianismo post-religioso y pos-teísta. En semanas pasadas, ofrecí aquí textos de María López Vigil[1] y de Santiago Villamayor[2]. Son solo dos muestras que se inscriben en un movimiento más amplio, en el que es obligado citar al jesuita Roger Lenaers[3] y al obispo anglicano John Shelby Spong[4].
Se trata, a mi modo de ver, de las repercusiones inevitables del llamado “cambio de paradigma” que se produce en el paso de la Pre-modernidad a la Modernidad y Post-modernidad.
Desde un nivel mítico de consciencia, las creencias –con las que se ha crecido y que han estado vigentes durante siglos- se aceptan en su literalidad; los cuestionamientos, si los hay, son parciales y minoritarios.
Sin embargo, una vez superada la consciencia mítica, desde el nuevo nivel racional, aquellas mismas creencias que antes habíamos aceptado sin dificultad, empiezan a resultar literalmente inasumibles.
Eso explica que, antes o después, de manera inevitable, se haga presente la crisis: una mente “moderna” no puede aceptar, en su literalidad, los dogmas del catecismo. Ahí es donde juegan su papel los escritos citados.
Sin embargo, me parece que el cuestionamiento no termina en ese punto. Las discusiones acerca del llamado “cambio de paradigma” –teísmo o posteísmo- se mueven todavía en el ámbito mental. Y ese ámbito pertenece al nivel de lo “aparente”, no de lo realmente real. Por ello, me parece que la crisis está llamando a ir un poco más lejos: a trascender la mente, o dicho con más precisión, a pasar del modelo mental de conocer al modelo no-dual.
Y eso no nace de ninguna moda, sino de una constatación decisiva: la mente es incapaz de ver la realidad. No percibe sino el mundo que ella misma construye. Lo que ella elabora –en cualquiera de los campos del saber, incluido el religioso- es “verdadero” en ese nivel mental, pero no real. Lo real trasciende la mente. Más aún: se requiere aprender a silenciarla si queremos ver más allá de sus propias construcciones.
Ninguna idea ni creencia puede ayudarnos a vivir lo que somos, porque todas ellas nos mantienen en el nivel de lo aparente, es decir, en aquello que no somos. De ahí que sea necesario soltar todas si queremos llegar a nuestra verdad más profunda. Las creencias nos alienan porque nos hacen esclavos de una “idea” determinada, que es únicamente una construcción mental. Pero además nos confunden, porque nos mantienen prisioneros de un concepto que pretende definirnos. Sin embargo, lo que realmente somos se halla más allá de las creencias, ya que no somos nada que pueda ser pensado o nombrado: todo ello no serían más que “objetos” dentro de la espaciosidad que somos. Somos Eso que queda cuando soltamos todos los pensamientos y todas las creencias.
Para la mente, la realidad es un conjunto o una suma de objetos separados. Trascendida la mente, se percibe que lo real es no-separado. La realidad es no-dual. Y es esta comprensión la que nos permite acceder a lo realmente real, a la vez que nos hace captar la irrelevancia de las anteriores discusiones mentales.
Es innegable que, desde la comprensión de la no-dualidad, seguiremos cuidando –ocupándonos de- este mundo, pero cesará la identificación con las construcciones mentales de cualquier tipo. Respetaremos todas ellas, pero las miraremos como quien contempla los sueños que tuvo la noche anterior. Lo que realmente somos no se ventila en el nivel mental; es uno con todo lo que es y se halla siempre a salvo, más allá de la “forma” que tenemos y de las circunstancias que nos “toquen” vivir. 
A partir de esta comprensión, todo lo que percibíamos desde la mente queda radicalmente modificado: tanto cualquier idea sobre Dios o el mundo como la percepción de nuestra identidad. Al “despertar” del “sueño mental” abrimos los ojos a la realidad. Discusiones que nos parecían decisivas se muestran ahora como completamente irrelevantes. Hemos comprendido que somos uno con la Vida –con Lo que es- y no queda otra cosa que “dejarse vivir” o fluir con ella, en la certeza de que ahí brotará en todo momento la acción adecuada. Por decirlo brevemente: cae toda elucubración mental, queda simplemente ser.
En el nivel mental era inevitable el cambio al que me refería en el inicio. Y está bien que así sea: forma parte del “juego” de la representación o –si se prefiere- del despliegue de la consciencia una. No se niega nada de ello. Pero se trata de no reducirnos a ese “sueño”, sino de ser conscientes de nuestra verdadera identidad.
En las discusiones en torno a los diferentes paradigmas no se sale de la mente. Podrán elaborarse ideas más o menos “acertadas”, filosofías o teologías más o menos “avanzadas”, pero se permanecerá encerrado en la “jaula” mental.
Salir de ella requiere, tal como lo veo, un “salto cualitativo”. No se rechaza el lugar de la mente ni mucho menos la razón crítica –irrenunciable si queremos evitar la caída en la irracionalidad-, pero se la ve sencillamente como lo que es: una herramienta adecuada para la función que puede desarrollar en el mundo de los objetos. El “salto” al que me refiero nos saca del sueño, liberándonos de la confusión y del sufrimiento: hemos caído en la cuenta de que estamos –y siempre hemos estado- en “casa”. Más aún: somos esa misma “casa” que siempre –también a través de la mente y en medio de nuestros “sueños”, elucubraciones y discusiones- habíamos buscado[5].

[1] M. LÓPEZ VIGIL, Bienaventurados los ateos porque encontrarán a Dios:http://www.enriquemartinezlozano.com/semana-28-de-agosto-bienaventurados-los-ateos/
[2] S. VILLAMAYOR, ¿Qué puede aportar hoy el mensaje del evangelio en nuestra cultura y sociedad?:http://www.enriquemartinezlozano.com/semana-8-de-enero-evangelio-y-cultura/
[3] R. LENAERS, Otro cristianismo es posible. Fe en lenguaje de modernidad, Abya Yala, Quito 2008; ID.,Aunque no haya un Dios ahí arriba. Vivir en Dios, sin dios, Abya Yala, Quito 2013.
[4] J.S. SPONG, La resurrección, ¿mito o realidad?, Mr Ediciones, Barcelona 1996; ID., Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo, Abya Yala, Quito 2011; ID., ¿Vivir en pecado?, Águeda Domingo, Madrid 2013.
[5] A quien se sienta interesado en esta cuestión, puedo sugerirle una doble lectura: un texto que he puesto, tanto en la web como en facebook, en 11 entregas, con el título: “Cuando caen las creencias: ¿vacío o liberación?”; puede verse la primera de esas entregas en: http://www.enriquemartinezlozano.com/semana-19-de-junio-la-encrucijada-religiosa/; y un libro recientemente publicado (“La dicha de ser. Vida cotidiana y no-dualidad”, Desclée De Brouwer, Bilbao 2016), en el que me refiero a las “resistencias ilustradas a la no-dualidad”, proponiendo claves para poder transcenderlas.
Pincha para ver los vídeos:
¿Qué es la No Dualidad?

Entrevista a la doctora Teresa Guardans con ocasión del curso y seminario que impartió en setiembre de 2013 en el Centro Dominico de Investigación (Heredia, Costa Rica).

1 comentario:

  1. Apropósito de la entrada de Martinez Lozano (16-1-2017)
    sobre los nuevos paradigmas y la no dualidad

    Soy Santiago, uno de los autores que se citan en la reciente entrada de Enrique Martinez Lozano. El autor toma un artículo mío, junto a otros documentos sobre el tránsito hacia los paradigmas post religionales, como motivo para exponer la meta final de la no-dualidad. Algo que muchas personas en nuestro contexto de liberación rechazan como un retorno a las místicas de la evasión que minusvaloran este mundo.

    Otros y en la medida que dicha no dualidad no se expone como la panacea de la humanidad o como un ensimismamiento plenipotenciario, ven allí un recurso mental ya practicado en otras tradiciones religiosas y complementario con la acción compasiva. No sienten que para afirmar el Ser, la Consciencia, la Plenitud, tengan que prescindir de su mente o ausentarse de los gozos y las sombras de este mundo. Sobre todo cuando las sombras están afuera y los gozos interiores en uno mismo.

    La mente humana es limitada y está siempre “enjaulada”: “de lo que no podemos hablar más vale callar”. Una expresión de Wittgenstein que reformula brevísimamente las aportaciones de Kant y resume muy bien la imposibilidad de afirmar algo desde fuera de la mente. Sería equivalente a intentar conocer el funcionamiento del cerebro diseccionándolo en vida, o querernos ver la nuca con nuestro propios ojos.

    La mente humana no pude sobrepasar sus límites más que por la vía de la razón práctica o moralidad, es decir postulando como esperanza lo que se le niega como conocimiento. Puede que “lo real trascienda la mente” pero la trascendencia es siempre un paso largo de la misma mente. Ante ello solo nos cabe amar, que es también otra función de la mente. Toda pretensión de desbordar la rica y plural razón humana conduce a los sueños y en algunos casos a sus “monstruos” que diría Francisco de Goya.

    La no-dualidad como cualquier otra religión o espiritualidad es un producto mental que promueve el “ojalá” de la esperanza. Su modo de significarse es simbólico o metafórico. Y sobre la consistencia de su anhelo o significado no se puede hacer ninguna afirmación o negación. Es un tema ya muy hablado en filosofía y en los círculos “creyentes”. No merece la pena seguir. Lo importante es el cultivo de la interioridad y la práctica de la compasión, política y personal.

    Desde la “teología de la liberación”, que caracteriza a este blog tan completo, es bueno recordar que el punto de partida de los nuevos paradigmas es la condición de empobrecimiento de la humanidad y de deterioro del planeta. Y que su meta final no es quedarse en las espiritualidades vacías sino contribuir desde la esperanza a la plenitud real.

    Santiago Villamayor. Zaragoza


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